En 1924, se publicó por primera vez el libro “Nuestra Comunidad Indígena” del sociólogo peruano Hildebrando Castro Pozo (Ayabaca – Piura), obra que constituye el fruto de muchos años de investigación sobre la realidad de la vida rural en el Perú a comienzos del siglo XX. Entre la diversidad de temas que trata nuestro notable autor se encuentra el de la emotividad estética en las comunidades, en el que dedica algunas páginas al Tondero. A continuación extraigo algunos párrafos que precisamente describen el Tondero que el investigador vió bailar en el campo antes de 1920. Contiene datos importantes para el lector interesado en preservar la forma tradicional de este baile. Al pie de la cita bibliográfica, pongo a su disposición algunos comentarios personales.
“La técnica actual del Tondero es como sigue:
Por lo general es bailado por una sola pareja, al son vibrante de una melodía ligera y atrevida, “punteada” en la guitarra, y cadenciosamente acompasado con el tamboreo sobre un cajón que, en su primitividad, fue el Tam-tam mozambiquenze (1).
Los bailarines se colocan uno frente al otro en tanto que la música preludia sus primeras melodías que denominan “entrada”. El hombre con la siniestra en el bolsillo del calzon o apoyada sobre el dorso en la cadera, la diestra con el pañuelo hacia lo alto, a firme sobre el pie izquierdo y graciosamente curvado en actitud placentera de “quite” hacia el flanco derecho, levanta gallardamente el pie de este costado e inicia con él una serie de cadenciosos movimientos a pasos cortos de avance y retroceso, rimando las melodías del bailable. La hembra intertanto se ha insinuado replegando salerosamente, con el pulgar y el índice de la derecha, su falda hacia la cintura; en que se apoya sobre el dorso aquella, curvando el jarrete el brazo correspondiente. El pañuelo en la siniestra levantado hasta la altura del otro hombro, a firme sobre el pie izquierdo y idas las caderas en incitante “quite” hacia la derecha, pudorosa y sonriente levanta apenas el talón de este costado, cambia de posición en “quite” hacia la izquierda y continúa en pasos nenes de gana–pierde, sobre el mismo sitio, vibrante como el quejumbroso bordoneo de la guiitarra, felina, seductora o incitativa como sólo las mulatas pueden serlo.
Y da el cantor, su guitarra y el cajoneo, las palmadas de los circunstantes y el ¡ora! gutural y báquico del acompañante la señal de la fuga; durante la que el ritmo y cadencia del baile se multiplican hasta lo infinito, la embriaguez del placer de los bailarines de transforma en delirio y cada circunstante se siente poseso del Dios de la Alegría y el Tondero.”
CASTRO POZO, Hildebrando. “NUESTRA COMUNIDAD INDIGENA”. Lima, Editor Dr. Hildebrando Castro Pozo C., Segunda edición, 1979; p. 246
COMENTARIOS : Se desprende de lo leído que:
Por lo general es bailado por una sola pareja, al son vibrante de una melodía ligera y atrevida, “punteada” en la guitarra, y cadenciosamente acompasado con el tamboreo sobre un cajón que, en su primitividad, fue el Tam-tam mozambiquenze (1).
Los bailarines se colocan uno frente al otro en tanto que la música preludia sus primeras melodías que denominan “entrada”. El hombre con la siniestra en el bolsillo del calzon o apoyada sobre el dorso en la cadera, la diestra con el pañuelo hacia lo alto, a firme sobre el pie izquierdo y graciosamente curvado en actitud placentera de “quite” hacia el flanco derecho, levanta gallardamente el pie de este costado e inicia con él una serie de cadenciosos movimientos a pasos cortos de avance y retroceso, rimando las melodías del bailable. La hembra intertanto se ha insinuado replegando salerosamente, con el pulgar y el índice de la derecha, su falda hacia la cintura; en que se apoya sobre el dorso aquella, curvando el jarrete el brazo correspondiente. El pañuelo en la siniestra levantado hasta la altura del otro hombro, a firme sobre el pie izquierdo y idas las caderas en incitante “quite” hacia la derecha, pudorosa y sonriente levanta apenas el talón de este costado, cambia de posición en “quite” hacia la izquierda y continúa en pasos nenes de gana–pierde, sobre el mismo sitio, vibrante como el quejumbroso bordoneo de la guiitarra, felina, seductora o incitativa como sólo las mulatas pueden serlo.
Y da el cantor, su guitarra y el cajoneo, las palmadas de los circunstantes y el ¡ora! gutural y báquico del acompañante la señal de la fuga; durante la que el ritmo y cadencia del baile se multiplican hasta lo infinito, la embriaguez del placer de los bailarines de transforma en delirio y cada circunstante se siente poseso del Dios de la Alegría y el Tondero.”
CASTRO POZO, Hildebrando. “NUESTRA COMUNIDAD INDIGENA”. Lima, Editor Dr. Hildebrando Castro Pozo C., Segunda edición, 1979; p. 246
COMENTARIOS : Se desprende de lo leído que:
1. El Tondero se baila de preferencia por una sola pareja rodeado por músicos, cantores y alegres concurrentes.
2. En el momento de la introducción musical, la pareja aguarda en sus puestos moviéndose frente a frente. El varon se planta con una mano en el bolsillo o en la cadera y la otra enarbolando un pañuelo, luciendo postura inclinada con pasos cadenciosos de leves avances y retrocesos. La dama, una mano recoge la pollera a la cintura y la otra sujeta su pañuelo, con lucimiento de pies y caderas insinuantes.
3. Los desplazamientos son básicamente hacia la derecha y en forma independiente. Se infiere que las mudanzas hacia la izquierda sólo se reservan como un adorno excepcional pero que no puede empezarse el tondero cambiando posiciones por el camino izquierdo, sino por el derecho; asimismo, al inicio del baile la pareja debe hallarse frente a frente y al movilizarse debe mantenerse cada cual en sus lados opuestos. Posteriormente, podrán juntarse y bailar más cerca.
4. Los gestos son lúdicos, traviesos, pícaros, como si representaran la parte de ese tondero que dice: “Yo iba muy tranquilito, cuando vi tus movimientos…”
5. En la parte de la fuga se multiplica el jolgorio de bailarines, cantores y circunstantes. Es el momento donde se zapatea.
2. En el momento de la introducción musical, la pareja aguarda en sus puestos moviéndose frente a frente. El varon se planta con una mano en el bolsillo o en la cadera y la otra enarbolando un pañuelo, luciendo postura inclinada con pasos cadenciosos de leves avances y retrocesos. La dama, una mano recoge la pollera a la cintura y la otra sujeta su pañuelo, con lucimiento de pies y caderas insinuantes.
3. Los desplazamientos son básicamente hacia la derecha y en forma independiente. Se infiere que las mudanzas hacia la izquierda sólo se reservan como un adorno excepcional pero que no puede empezarse el tondero cambiando posiciones por el camino izquierdo, sino por el derecho; asimismo, al inicio del baile la pareja debe hallarse frente a frente y al movilizarse debe mantenerse cada cual en sus lados opuestos. Posteriormente, podrán juntarse y bailar más cerca.
4. Los gestos son lúdicos, traviesos, pícaros, como si representaran la parte de ese tondero que dice: “Yo iba muy tranquilito, cuando vi tus movimientos…”
5. En la parte de la fuga se multiplica el jolgorio de bailarines, cantores y circunstantes. Es el momento donde se zapatea.